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Fortalecer rol de padres rehabilitados, clave para prevenir consumo y riesgos en los hijos

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Por: Katharina Kastowsky Griño

En medio del trabajo que desarrollamos con nuestros participantes, hombres mayores de 18 años rehabilitados de alcohol y drogas que buscan la integración social y laboral, nos fuimos dando cuenta de la tremenda importancia que tiene su rol de padres, como un factor clave de motivación para que alcancen sus logros y perseveren en sus cambios. 

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Por ello, tras analizar las observaciones y evidencias en el transcurso de nuestro acompañamiento, decidimos fortalecer las competencias parentales de los papás en proceso de integración, entregándoles las herramientas necesarias para robustecer sus vínculos y formar a sus hijos, en un ambiente de protección y cuidado.

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Para concretar este proceso, desarrollamos una minuciosa búsqueda de programas para la formación de habilidades parentales que estuviesen basados en la evidencia técnica. Fue así como llegamos a Triple P -reconocido por su trayectoria y sus resultados documentados- que ha tenido una muy buena acogida entre los padres de nuestra Corporación que han participado en los talleres y que nos han relatado algunos de los cambios experimentados en la relación con sus hijos, con un importante incremento de su confianza y autoeficacia. En tanto, en los niños y niñas se percibió un aumento en las conductas prosociales, menos conflicto con sus pares, disminución de conductas hiperactivas y problemas de conducta en general.

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Hoy, a través del fortalecimiento del rol parental, estamos transformando a nuestros participantes en agentes de cambio y de prevención para que sus hijos, su entorno y ellos mismos tengan herramientas eficientes para enfrentar conductas de riesgo, consumo de drogas, violencia, etc.

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Es muy importante que las instituciones, públicas y privadas, que trabajamos con hombres que enfrentan o han enfrentado un consumo problemático de drogas, coloquemos entre los ejes de nuestros programas el fortalecimiento de la parentalidad y su reintegración al núcleo familiar.

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Esto, sin olvidar que para poder insertarse en forma más adaptativa es indispensable que desarrollen y practiquen habilidades que, tal vez, no estaban presentes antes del consumo problemático o bien, se debilitaron posteriormente. Trabajar con la parentalidad positiva les da esa oportunidad de mejorar estas habilidades, la forma en que se comunican y resuelven los conflictos en su familia. 

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La evidencia apunta a que los programas de parentalidad positiva no solo tienen un rol directo en mejorar la relación padres-hijos y el funcionamiento familiar general, sino que tiene un claro rol preventivo en varias áreas de la salud en los niños y adolescentes, hijos de padres con problemas de consumo de sustancias.

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Y, además, colabora en la prevención, en estos hijos en particular, del consumo de sustancias, violencia, delincuencia y distintas conductas de riesgo.

A partir de nuestra experiencia, nuestra invitación es a considerar el reforzamiento de las competencias parentales porque es un factor clave no solo en la integración, sino también en la rehabilitación y en la prevención.

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Una herramienta eficaz en el camino para abordar el consumo problemático de alcohol y otras drogas, promoviendo conductas positivas, cambios reales en la cadena de maltrato y violencia intrafamiliar y oportunidades de un futuro mejor tanto para los padres como para los hijos e hijas que merecen crecer en un entorno diferente al que, probablemente, tuvieron sus padres.

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